UNA BATALLA ÉPICA, UNA LECCIÓN INOLVIDABLE

Hoy cierro una etapa con una emoción difícil de describir. Mis alumnos han conseguido lo impensable: ¡vencer a Aaravos en los Juegos de Xadia! En una final épica, han liberado a Azymondias y devuelto el trono a su legítimo heredero, el joven rey Ezran. Y no, no ha sido fácil. Para lograrlo, han tenido que enfrentarse a una serie de retos que han puesto a prueba su mente, su cuerpo y, sobre todo, su espíritu de equipo.

Comenzamos con desafíos manipulativos visuales para calentar motores. Pero las verdaderas pruebas fueron las rítmicas. Porque El Príncipe Dragón, la magia de los números no solo habla de cálculo mental: habla de cooperación, de unidad, de estar en sintonía con los demás. Y qué mejor manera de poner a prueba esta unidad que a través de la música.

Bailamos la versión instrumental de "Wellerman", una danza sencilla pero poderosa. Verles improvisar de manera sincronizada, mirarse, acompañarse en cada paso, fue mágico. Pero lo más emocionante llegó al final, cuando interpretaron todos juntos la canción de Melody, Esa Diva, con baquetas. La coordinación fue perfecta. La emoción, indescriptible.

En ese instante supe que el mensaje que llevo dos años intentando transmitir había calado: las matemáticas están en todas partes, solo hay que saber mirar. Y esta vez lo hicimos a través del arte más puro: la música.

Como recompensa por su hazaña, desde Xadia recibieron tres cartas edición coleccionista XXL y un dragoncito que había estado gestándose todo el curso. Sí, ¡por fin eclosionó! Un broche precioso a un viaje lleno de creatividad. Han sido escultores, arquitectos, pintores, fotógrafos, modistos, cartógrafos… solo faltaba la música. Y ahora, por fin, la tenemos.

Hoy me siento plena, agradecida y profundamente orgullosa. Mis chatis lo han conseguido. Y yo, simplemente, he tenido el privilegio de acompañarlos.