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Un buen desarrollo emocional equivale a un buen equilibrio cognitivo, emocional y por supuesto comunicativo. Cuanto mejor te conoces mejor podrás entender las reacciones de tus iguales. Si mi conocimiento emocional sobre mí va mejorando entonces directamente iré desarrollando y potenciando mi grado de empatía. Por lo que podré entender mejor a mis compañeros y comprender por qué actúan de una determinada manera ante los sucesos que nos rodean.

Se hace esencial que nuestros niños empiecen a identificar sus propias emociones, se paren a pensar qué siente y cuál ha sido el motivo por el que se sienten así. Al mismo tiempo es fundamental que piensen si esa alteración que experimentan les gusta o no y qué pueden hacer para gestionarla de manera que su “ser” vuelva a la calma.

Y aquí aparece el término clave: GESTIONAR. Las emociones en sí no son malas, es más son necesarias que existan todas. Por ejemplo, para que exista alegría es necesario que esté presente tristeza. Lo que nuestros pupilos deben aprender es valorar este hecho, identificar las suyas, así como la de sus compañeros y pensar de qué manera en un momento dado puedo dirigir esa emoción que me asalta y me incomoda, para volver a mi calma y así sentirme mejor. Sin hacerme daño y por supuesto sin perjudicar a los demás. Al mismo tiempo tengo que ser capaz de descubrir lo que siente mi compañero y darle espacio o tiempo para que también gestione su estado emocional sin agobiarle, ya que si no lo respeto puedo tener problemas con esa persona. Y aquí es donde se hace necesario nuestro trabajo con nuestros alumnos.

En mi tutoría mis chatis están aprendiendo a identificar sus emociones y a tomarse su tiempo para saber decidir qué es lo que sienten y por qué lo sienten. Así mismo analizan la causa que les ha llevado a eso. Por supuesto, se les enseña desde la responsabilidad, es decir, nada de echar balones fuera ni hacer sentir culpables a los demás de sus estados de ánimo. Es fundamental, que entiendan que si se sienten enfadados, por ejemplo es por algo que les ha sucedido y no lo han sabido en ese momento arreglar.

Para ello es necesario darles estrategias y herramientas para empezar a identificar emociones. Aquí y en las páginas siguientes presento algunas de ellas.

La carita de las emociones

Mis niños tienen en su mesa tres caritas: amarilla (alegría), azul (tristeza) y rojo (enfado). Según llegan por las mañanas ponen la carita que mejor les identifica emocionalmente. A veces sienten dos emociones a la vez, o mejor dicho el no gestionar una les lleva a empezar a sentir otra. Así que ante esta situación lo que hacen es poner dos caritas en donde la de arriba es la emoción que más peso cobra. Esto mismo lo hacen cuando suben del recreo (el rojo aumenta considerablemente) e incluso de una sesión a otra o en la misma sesión.

A continuación observan las caritas de sus compañeros y analizan que muchos sienten lo mismo que ellos, por lo que no son tan diferentes y que otros sienten otras cosas. Por lo que habrá que tenerlo muy presente en sus relaciones sociales. Por ejemplo, si yo estoy contento y quiero hablar con alguien que está enfadado a lo mejor no es el mejor momento, pues lo que nos indica una persona que está enfadada y ha puesto su carita roja es que necesita espacio y tiempo para volver a la calma y poder dialogar. Así que lo mejor es aprender a respetar su espacio y luego hablo con ella. Seguramente que si no lo hago así lo único que voy a conseguir es una mala contestación y entonces mi estado de alegría se empieza a enturbiar y se convierte en enfado. Por lo que si no estoy hábil puedo terminar discutiendo con esa persona por algo que no tenía que haber llegado a suceder si hubiese sido empática con ella.

Esa es al final la idea que trato de llevar a mis alumnos, a mayor empatía mejor serán sus habilidades sociales. 
Por lo que podemos concluir que un mayor conocimiento emocional nos va ayudar con creces a desenvolvernos en nuestro día a día con los demás. Y de esta manera mejorarán nuestras habilidades sociales y nos llevará a sentirnos más seguros de nosotros mismos y por supuesto ante los demás. Por lo que al final nuestras relaciones serán mucho mejor y aumentarán.

Esto es algo que les encanta. Es curioso como hacen su ritual de identificación y observan a sus compañeros. Ojalá muchos adultos a veces llevaran puesta también su "carita" más visible para entenderlos y evitar muchos conflictos innecesarios

Aprendemos vocabulario para expresar nuestras emociones

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¿Dónde sentimos cada emoción?

Todos los años cuando comienzo el curso uno de los objetivos que tengo en mente es el  de crear equipo. Formar un grupo en donde mi alumnado encuentre su espacio y en donde cada uno se sienta arropado por sus iguales. Damos por sentado que nuestros alumnos se conocen ya, por el simple hecho de compartir aula durante varios años. Trabajando a diario con ellos y observando su forma de relacionarse, te das cuenta que en algunos casos son unos desconocidos. Ellos saben cómo se llaman, conocen en lo que destacan pero en cambio no saben qué aficiones tienen fuera del colegio, qué les gusta leer, qué hacen en su tiempo libre, qué les hace feliz, cuál es su comida favorita...
Si eso se desconoce es complicado que un grupo establezca relaciones sólidas basadas en el respeto, en el cariño, en la admiración...y siempre habrá niños y niñas que se sentirán desplazados porque no encontrarán su hueco.

Siempre mando a mis chatis que dibujen un monigote e identifiquen en él dónde sienten la tristeza, el enfado, la alegría y el miedo. Los resultados que se obtienen son muy interesantes de analizar y por supuesto da pie a establecer un coloquio con ellos. Con esta sencilla actividad pretendo darles la oportunidad de que se paren y miren en su interior, se dediquen unos minutos y reflexionen. Al hacerlo se dan cuenta que no son tan distintos de los demás ya que todos ellos en algún momento sienten las mismas emociones y por los mismos hechos. Es muy importante darles un espacio y un tiempo para que piensen, expresen sus ideas y aprendan a escucharse.

La botella de la calma

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Estas botellitas no les quitan las penas a nuestros alumnos pero les ayuda a canalizar los nervios de cuando suben del recreo, los de las pruebas...y así relajarse. Una herramienta más para aprender a gestionar la calma.

Además son muy fáciles de hacer. 

La rana de los mensajes positivos

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Aquí vamos metiendo papeles donde escribimos las cosas que han hecho otros por nosotros o cosas que nos han dicho bonitas usando la frase "me ha gustado cuando/que ... 

Cuando el recipiente, en este caso Walter (así se llama la rana) está lleno leemos en voz alta los papeles que no han de ir firmados.

Refuerza la autoestima, verbalizamos lo que nos gusta delante de los demás sin sentir vergüenza, aprendemos a recibir mensajes positivos de nuestros compañeros, y fomenta la comunicación, y la cohesión de grupo.

Pintamos lo que sentimos con diferentes piezas musicales. 

Proponemos a los niños que escuchen dos piezas musicales totalmente diferente como El Danubio Azul de Johann Strauss y Carmina Burana de Carl Orff, y que pinten lo que sienten mientras oyen la música. ¿Qué emociones han sentido con cada obra musical? ¿Qué pieza les ha gustado más dependiendo de lo que han sentido? ¿Qué colores predominan en los dibujos de cada canción? ¿Por qué han elegido esos colores? ¿En qué parte del cuerpo hemos sentido más cada canción?

Dibujos con la canción "El Danubio Azul"

Dibujos con la canción "Carmina Burana"

Me dejo llevar por lo que siente mi compañero con la música. 

En esta ocasión un niño coge la mano del compañero y comienza a pintar lo que le transmite la canción o la música que está oyendo. El niño que se deja dirigir tiene que dejar la mano muerta para que así su compañero pueda dibujar con ella. 

Con este un ejercicio se fomenta la empatía.  

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